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 ¿Por qué siento miedo de educar sobre sexualidad infantil?

¿Por qué siento miedo de educar sobre sexualidad infantil?

Existen cuatro razones comunes por las que puedes sentir miedo de educar sobre sexualidad a las niñas y los niños. Te invitamos a revisarlas para que des pasos hacia una actitud asertiva y positiva que te permita fortalecerte como educadora o educador sexual infantil.

Para reflexionar sobre tu comodidad al educar sobre sexualidad

Esta semana, Adriana tuvo una oportunidad para recapacitar sobre por qué como madre, le ha sido difícil educar sobre sexualidad a su hija e hijo.

Camino a casa de la abuela, Monse -la hija de 8 años de Adriana, le preguntó: “Mamá, ¿crees que estoy lista para empezar la pubertad?”

Adriana volteó por un momento a ver a su niña, le pareció muy pequeña para empezar la pubertad pero no lo dijo. Trató de sonreír, no supo bien qué gesto hacer. Después de varios movimientos faciales, ya no le quedó claro si envió a su hija un mensaje de aprobación, de comprensión, de rechazo o de tristeza ante el tema de la pubertad.

En ese momento, Genaro, el hijo de 11 años de Adriana, se incluyó en la conversación diciendo: “¡Pero no te vayas a hacer una creída!, jajaja”.

Adriana solo pudo ver de nuevo a su hija por el retrovisor, se dio cuenta de que la niña seguía esperando una respuesta, pero solo logró hacerle un guiño con ternura.

No se ha retomado el tema en casa en toda la semana, pero Adriana le ha dado vueltas a la pregunta de Monse y en especial, se ha permitido la oportunidad de pensar qué es lo que le sucede para que, a pesar de amar a su hija y querer que exista la confianza familiar para educar sobre sexualidad, no pueda hacerlo como se está necesitando.

¿Podría pasarte como a esta madre de familia? ¿A veces sientes que es difícil educar sobre sexualidad a las niñas o a los niños?

Cuatro razones que pueden provocarte miedo al educar sexualmente a las niñas o los niños

Revisa estas razones que pueden crear y mantener los miedos para educar. Toma en cuenta que todas son bastante comunes, por lo que si te identificas con alguna, recuerda que les pasa también a otras personas. No eres extraña o extraño; ¡puede pasarnos a todas/os! y darse cuenta de ello, es el primer paso para fortalecerse.

El origen de los miedos para educar sobre sexualidad infantil puede ser interno (en tu persona) o externo. Todos los miedos son válidos y con que estén presentes en tu sentir, son reales, independientemente de su origen.

Los miedos para educar sobre sexualidad se relacionan con ideas, sentimientos o experiencias que le han adjudicado significados no saludables a charlar sobre sexualidad en familia. Revisa este punto para iniciar: las ideas o experiencias, no son neutras, tienen un significado negativo y por ello, te impiden construir aprendizajes lindos y conversar.

Te invito a que hagas la lista de los cuatro miedos que revisaremos y marques si:

Miedo 1. Si hablo de sexualidad, me harán más preguntas. Se va a complicar más

Este miedo es bastante objetivo y en parte, sí sucederá.

Cuando hables sobre sexualidad con las niñas o los niños, ellas/os con rapidez entenderán que se puede conversar sobre el tema contigo, percibirán la charla como una invitación a confiar en ti en este tema, creerán que sientes comodidad al hablar sobre sexualidad y como resultado, sí será más frecuente que quieran hablar contigo sobre su sexualidad infantil y sobre lo que observan de la sexualidad en los medios y otros lugares.

Lo que hay que comprender sobre este miedo es:

Que las preguntas y conversaciones que te compartirán no son resultado de que “aceleraste” su desarrollo sexual sino de que por fin, las niñas o los niños tienen con quién hablar eso que lleva días, meses o años en su mente.

Al principio, es posible que recibas más preguntas y después, cuando se haya saciado la curiosidad que antes no tenía manera de expresarse, es probable que la sexualidad se vuelva un tema natural que se hable solo cuando sea una prioridad.

Que la “complicación”, realmente será una serie de momentos hermosos de compartir temas trascendentales para el bienestar, y que en la medida que vayas conversando lo vivirás con más ligereza, tranquilidad, confianza y sentirás satisfacción por educar.

Recientemente hicimos unos cuestionarios a padres y madres y vimos que solo el 30 % se sienten satisfechas/os de la educación sexual que ofrecen a sus hijas/os. Tú estarás dando pasos para sumar a ese porcentaje.

Miedo 2. Le voy a hacer daño por hablar de sexualidad

Este miedo tiene varias ideas detrás. Por ejemplo:

Hay algunos aspectos a cuidar para que el efecto de la educación sexual que ofreces sea positiva.

Evita el exceso de violencia

Evita la descripción erótica adulta innecesaria

No seas muy descriptiva/o en temas de violencia. Es difícil manejar emociones derivadas por ejemplo, de la violencia que podemos ver ahora en cualquier medio de comunicación.

Por ejemplo, sería innecesario describir exactamente cómo una persona abusó de otra, cómo la asesinó, etc. Habla de la violencia para prevenir, solo en los términos que ayuden a las niñas y a los niños a protegerse.

Al igual que con la violencia, será necesario ser prudentes en el grado de descripción de situaciones eróticas al explicar algunos temas.

Por ejemplo, platicarle a una niña o un niño cómo es que a mamá o a papá le agradan algunas caricias muy privadas, es un tipo de información que no será bienvenida por una niña o niño, le causará incomodidad, sentirá que se ha invadido su espacio personal.

Promueve conductas saludables

Enseña a usar el aprendizaje

Para que la educación sexual provoque conductas no saludables, necesitaría promoverlas y esto no tiene sentido. Si estás hablando en casa o en la escuela sobre el cuerpo y su higiene, una forma de hacer daño al educar sería decir que no se haga la higiene corporal, que se use jabón al limpiar internamente la vagina, enseñar a tallarse con rudeza y lastimarse. Esto no es lo que tenías planeado, ¿cierto?

Entonces, recuerda que la educación sexual daña solo si se ha enseñado a construir aprendizajes no saludables. Como tú no harás eso, entonces no vas a provocar conductas no saludables en las niñas o en los niños.

Si sientes temor respecto a cómo va a compartir una niña o un niño lo que ha aprendido en casa o en la escuela, habla con ella o él al respecto. Hazle saber lo que esperas, dónde y cómo puede manejar el tema, qué es una gestión educada y respetuosa de ese tema sexual infantil fuera de casa, por qué hay que ser prudentes, etc. Al mismo tiempo, es importante dejar claro que la sexualidad no es algo prohibido y debemos avanzar como sociedad a poder hablar de ella con naturalidad.

Por otro lado, considera estas sugerencias para cuando sea tu hija/o quien comparte lo que le han dicho sus amistades, sé considerada/o.

Evita el exceso de violencia

El miedo a confundir a las niñas o a los niños es entendible. Mientras menos hables con ellas y ellos, menos sabrás cómo hablarles, qué tipo de ejemplos dar, qué tan extensas o cortas necesitan ser tus ideas al conversar.

En general, se sugiere que las respuestas para niñas y niños sean cortas (que las puedas escribir en dos o tres renglones), en lenguaje sencillo (usar el lenguaje técnico solo si es necesario), hablar de frente con gesto amable, ocasionalmente hacer una pregunta para corroborar que todavía te están comprendiendo.

Por otro lado, no te preocupes demasiado, no es grave que a veces no te entiendan, es mucho más problemático que por no responder la niña o el niño busque información en un lugar inadecuado.

Miedo 3. No soy experta/o en sexualidad, no puedo manejar el tema

No es necesario ser experta/o en sexualidad para aportar muchos aprendizajes lindos y saludables a las niñas y a los niños.

Cuando desconozcas un tema, trata de estudiarlo, de aprender sobre él, para que sientas confianza, pero no habrá forma de que te conviertas en todos los especialistas. Cuando sientas que sí es importante acudir a un/a especialista en el tema, busca ayuda, pide a tu colegio que especialistas en sexualidad eduquen o que las y los docentes se formen profesionalmente para el tema, acude a una visita pediátrica cunado sea necesario, etc.

Recuerda que lo más importante de tu labor al educar en sexualidad, especialmente si eres madre o padre de familia, es que puedas transmitir y construir una serie de valores positivos hacia la expresión sexual, asegurar el respeto a los derechos humanos, enseñar a tomar decisiones saludables y todo eso, ayudará mucho a un/a niño/a, más que una respuesta técnica.

Miedo 4. Me da miedo hablar de ciertos temas por mi historia de vida

Siempre existen temas que serán más fáciles de hablar y otros más difíciles. Por ejemplo, es posible que en tu familia haya existido mucha desigualdad de género y por ello, para ti sea emocionalmente muy intenso el tema y quizá a veces no seas suficientemente objetiva/o al educar, porque partes más de tu historia que de lo que está sucediendo realmente en la escuela o en la casa. Ciertamente, el esfuerzo para educar cuando un tema toca con más fuerza tu historia, tendrá que ser mayor, necesitarás pensar un poco más antes de reaccionar y recordar que tu historia de vida NO ES la de tu hija o hijo o la de tu alumna/o.

En otras ocasiones, muchas personas adultas sienten que no tienen autoridad moral para hablar de ciertos temas porque en su propia vida no han actuado de la manera como están promoviéndolo o con las niñas o los niños. Por ejemplo, se está hablando de ser buenas/os amigas/os y en la propia historia llegaste a ser acosador/a en tu infancia o adolescencia. O, estás hablando de edades saludables para el embarazo entre los 25 y los 35 años, y tú te embarazaste a los 17 años. Esto sucede a menudo.

Recuerda que la educación que tú ofrecerás debe basarse en los derechos humanos y el fundamento científico. Si está documentado que una conducta sexual es saludable, promuévela por el bien de las niñas y los niños, aunque tú no la hayas logrado. No es momento de juzgarte, sino de ver por la salud integral de quienes estás formando ahora.

Por último, a veces es difícil manejar algunos temas porque efectivamente siguen siendo pendientes en nuestras vidas. Por ejemplo, es posible que estés hablando de respeto y amor al cuerpo, cuando tú sigues sin aceptar tu propio cuerpo. En estos casos, date la oportunidad de reflexionar sobre tus propias necesidades para que también tú tengas acceso a una sexualidad saludable, como es tu derecho.

Confía en ti, tienes experiencia de vida, amas y quieres lo mejor para las niñas y los niños, poco a poco irás aprendiendo a medir hasta dónde es buena o no tu respuesta.

¿Ubicaste cuál de los miedos puede estar más presente en ti y obstaculiza educar de manera saludable? ¡Te invito a definir un pequeño reto para superarlo!

Puede ser empezar por comprender el miedo, hablar de él con alguien de confianza, definir una meta para superarlo, establecer una estrategia para saber manejarlo si aparece al educar, u otra que sientas que te permitirá crecer y aprender.

GEMA ORTIZ

ESPECIALISTA EN EDUCACIÓN SEXUAL INFANTIL

INSTITUTO EFESA

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